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                                             SOBRE LA FORMACION DE LECTORES


  



“Ya en la Asamblea sinodal sobre la Eucaristía se pidió un mayor cuidado en la proclamación de la Palabra de Dios. Como es sabido, mientras que en la tradición latina el Evangelio lo proclama el sacerdote o el diácono, la primera y la segunda lectura las proclama el lector encargado, hombre o mujer. Quisiera hacerme eco de los Padres sinodales, que también en esta circunstancia


han subrayado la necesidad de cuidar, con una formación apropiada, el ejercicio del munus de lector en la celebración litúrgica, y particularmente el ministerio del lectorado que, en cuanto tal, es un ministerio laical en el rito latino. Es necesario que los lectores encargados de este servicio, aunque no hayan sido instituidos, sean realmente idóneos y estén seriamente preparados. Dicha preparación ha de ser tanto bíblica y litúrgica, como técnica: «La instrucción bíblica debe apuntar a que los lectores estén capacitados para percibir el sentido de las lecturas en su propio contexto y para entender a la luz de la fe el núcleo central del mensaje revelado. La instrucción litúrgica debe facilitar a los lectores una cierta percepción del sentido y de la estructura de la liturgia de la Palabra y las razones de la conexión entre la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística. La preparación técnica debe hacer que los lectores sean cada día más aptos para el arte de leer ante el pueblo, ya sea de viva voz, ya sea con ayuda de los instrumentos modernos de amplificación de la voz»”.
Benedicto XVI, Verbum Domini 58
“En continuidad con lo propuesto por Verbum Domini 58, presentamos este sencillo curso de formación para aquellos que ejercen el servicio de lector en nuestras parroquias o comunidades. Se trata de seis temas, bíblicos los dos primeros y litúrgicos los restantes, para un sosegado estudio personal. Este estudio se pondrá en común en una posterior reunión con los demás miembros del equipo de lectores, en el día y hora que se establezca.
La reunión comenzará con una síntesis del tema, en la que se destaque los aspectos más significativos. A continuación, a través de unas preguntas sugeridas al final de cada tema, se propone un diálogo. El sacerdote o responsable de esta formación moderará y orientará el desarrollo de este encuentro.

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